Cuando se presenta un problema operativo en la empresa y tenemos dudas sobre qué lo está ocasionando; o cuando detectamos indicadores de ineficiencias que nos presentan alertas sobre algo que no está bien, por lo general se piensa en realizar una auditoría interna. Sin embargo, cuando el equipo encargado de realizar la investigación no es el apropiado o no cuenta con los conocimientos adecuados para realizarla, se fracasa en aclarar los verdaderos motivos de lo que está ocasionando el problema o las causas del mismo y de las ineficiencias.
Esto se debe generalmente, a que centran su trabajo a investigación documental, pasando por alto el detalle de los procedimientos de control establecidos, ya sea de manera formal mediante procedimientos por escrito, o informal transmitidos de manera verbal pero que en forma secuencial rutinaria se están cumpliendo y, en determinado momento, por falta de supervisión se dejan de cumplir y provocan el uso indebido de los recursos.
Esta investigación minuciosa sobre los controles establecidos, es el enfoque de diagnóstico en la auditoría interna, que se denomina: Auditoría Operacional.
Independientemente que el enfoque de la auditoría operacional, lo debe aplicar el auditor interno de manera preventiva mediante un calendario de revisiones cíclicas para evaluar que los controles implantados sean los adecuados y efectivos de manera que garanticen un grado razonable de eficiencia y transparencia en la optimización del uso de los recursos, también es indispensable aplicar la metodología del diagnóstico para aclarar dudas (posibles problemas detectados) y evaluar la suficiencia y eficacia de los controles.
Porque ante la falta de cumplimiento de un control establecido, existe una causa por lo general no justificada para el incumplimiento y las desviaciones de recursos se dan ante una ausencia del control directivo (la supervisión), ya sea por relajamiento en la verificación del cumplimiento en los controles puntuales como puede ser el depósito completo de los ingresos diarios captados, lo cual representa un control puntual cuya actividad debe ser supervisada sin excepción; o porque no existe este control o no está establecida la adecuada segregación de funciones entre el que vende, cobra y registra los ingresos.
El olfato del auditor tiene que estar orientado hacia el control, por lo que una auditoría interna debe enfocarse al cumplimiento de controles, pero si no analizamos el correcto y completo diseño e implementación de los controles, no podemos aclarar con exactitud las causas que están entorpeciendo el logro eficiente, eficaz y económico de los objetivos planeados.
CONCLUSIÓN
Como auditores internos, tenemos que ser proactivos, hay que comenzar buscando las causas que pueden estar ocasionando los posibles efectos (problemas e ineficiencias) que se presentan. Revisando los efectos, no vamos a corregir los problemas desde las raíces de los mismos, seamos efectivos aplicando las metodologías, procedimientos y técnicas que se requieren para cada caso en particular.