La Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) define a ésta como todas aquellas creaciones que se relacionan con la mente pudiendo ser las invenciones, obras literarias, artísticas, símbolos, nombres e imágenes que se utilizan en el mundo empresarial para el comercio, y por tanto, estos activos intangibles son protegidos por las leyes internas de los países.

En este sentido, la marca es un tipo de activo intangible de carácter estratégico, es decir, ayuda a lograr los objetivos de corto, mediano y largo plazo de acuerdo al plan de negocio empresarial; permite diferenciar servicios o productos incluso la misma imagen de la empresa, de sus competidores y siempre y cuando aporte valor a la organización, la marca deberá ser valuada, documentada, registrada en la contabilidad y por tanto, figurar en el patrimonio de cualquier empresa.

En sus inicios, el valor de una empresa radicaba en su “capacidad de hacer” y su competitividad era directamente proporcional a su habilidad de acceder a materias primas a bajos costos, a la estandarización de su producción, a su sistema de logística, pero como hemos mencionado en artículos anteriores, desde hace algunos años y principalmente con la reciente pandemia, se observó que el valor de las empresas se basa en el “saber hacer” una traducción del término estadounidense “Know How”. ¿A dónde va parar este conocimiento? ¿Dónde se acumula? ¿Cómo se transforma para satisfacer una necesidad humana?

Justamente en la Marca.

Insistimos, una de las fuentes de valor de una empresa en estos tiempos de revolución lo constituyen sus activos intangibles, y como todo activo habrá que gestionarlo y protegerlo, independientemente de los demás cajones del patrimonio empresarial tales como los recursos materiales, financieros y humanos.

En más de una ocasión nos hemos encontrado que después de analizar los hallazgos de una auditoría financiera o un diagnóstico patrimonial, los resultados obtenidos en este tema, como parte de la madurez de la administración de la empresa respecto a la identificación, documentación, valuación, registro, análisis financiero y protección legal de las marcas, es que es un “pendiente más de la administración” pero sin darle la importancia debida.

En un enfoque interdisciplinario lo anterior representa una vulnerabilidad y un riesgo.

Desde mi experiencia una empresa sana con buenas prácticas corporativas debe gestionar sus recursos intangibles con estos 4 criterios:

1.- Incluir en su visión estratégica los activos intangibles

2.- Contar con un sistema de evaluación de los activos intangibles

3.- Integrar los activos intangibles en la cadena de valor de la empresa

4.- Comunicar eficazmente los activos intangibles para lograr posicionamiento con socios, directivos, colaboradores, clientes, proveedores, autoridad y la comunidad.

Un punto importante que quiero recalcar es que la mayoría de las empresas pretende atender estos puntos de manera complementaria o como un esfuerzo separado. Mi recomendación es que siendo la marca y los recursos intangibles factores críticos de éxito deben estar dentro de la Agenda Directiva.

Por supuesto que será necesario realizar las acciones pertinentes para la protección de la marca y otros activos intangibles.

No omito mencionar que en México el Instituto Mexicano de la Propiedad Intelectual es el organismo público y autoridad legal para administrar el sistema de propiedad industrial, dentro de ámbito de acción está la aplicación de la Ley Federal de Protección a la Propiedad Intelectual y la Ley Federal de Derechos de Autor.

En Cervantes Pérez Consultores Patrimoniales y Auditores contamos con 8 Programas de Acompañamiento para Empresas Familiares, que supervisan que este gran tema sea incluido en la Agenda Directiva para instrumentar eficientemente su propósito y alcanzar sus objetivos.

Dr. Enrique Pérez Zapata

Socio Director